Estas son fotos del salar. Junto a una de las islas que lo pueblan. La sal se arremolina contra sus orillas como si fuera un mar fosilizado, paralizado en el tiempo. El aire está lleno de luz que ciega los ojos y el sol calienta demasiado, pero no se te ocurra ir a la sombra porque el aire es frío, cortante. A la entrada del salar hay un cementerio de trenes. Viejas locomotoras que se descomponen lentamente más por las pisadas y las pintadas de los turistas que trepan por ellos buscando una foto para el recuerdo, para su facebook o para su blog. El aire del altiplano las cuida, las mantiene como mantiene a las momias de los incas, intactas para la eternidad. Antiguamente tiraban de los trenes que sacaban la sal de los yacimientos y conectaban Uyuni con el mundo. Ahora esperan hasta convertirse en irreconocibles trozos de hierro.
martes, 10 de noviembre de 2009
lunes, 9 de noviembre de 2009
la isla de inka wasi (uyuni)
En medio del salar hay varias islas. Como os dije todo eso fue un mar en algún momento de su vida. Como en todo mar había islas y sobre esas islas había coral. El mar se fue, el coral se quedó, eso sí, convertido en piedra. Desde esta parte del salar se divisa parte del infinito. La línea del horizonte se viste de blanco y se confunde con el cielo. Es el lugar que aprovecha todo el mundo para hacer esas fotos en las que no hay perspectiva y las cosas lejanas parecen pequeñas y las cercanas muy muy grandes.
Sobre la isla crecen cactus. Cactus que tienen un tronco que va por dentro y no por fuera. Cuando se seca el esqueleto es lo único que queda del cactus. Por todos sitios donde crece este cactus se pueden ver esos restos barnizados y decorando las tiendas y bares de la zona. En las orillas de la isla la sal choca con la tierra y crea unos extrañísimos efectos que añadiré más tarde también.








Sobre la isla crecen cactus. Cactus que tienen un tronco que va por dentro y no por fuera. Cuando se seca el esqueleto es lo único que queda del cactus. Por todos sitios donde crece este cactus se pueden ver esos restos barnizados y decorando las tiendas y bares de la zona. En las orillas de la isla la sal choca con la tierra y crea unos extrañísimos efectos que añadiré más tarde también.
viernes, 6 de noviembre de 2009
uyuni (20,21,22 de octubre)
El salar. Uyuni es famoso por la cantidad de sal que hay. Cuenta la leyenda que el salar, esa enorme extensión de sal, saltó al mundo porque Armstrong desde el espacio lo vio y no descansó hasta que fue a visitarlo en persona. Desde el cielo se ve como algo así http://maps.google.com.ar/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode=&q=uyuni&sll=-38.341656,-63.28125&sspn=31.496256,56.513672&ie=UTF8&hq=&hnear=Uyuni,+Rep%C3%BAblica+de+Bolivia&ll=-20.46035,-66.824966&spn=18.826488,28.256836&t=h&z=5 Obviamente que la gente que vivía cerca lo conocía de toda la vida, pero dudo que nadie lo conociera por dentro, ni siquiera la gente del lugar. El salar es un lugar de muerte, o de no vida. En la sal nada crece, sobre la sal nada vive y esta sal se extiende hasta donde alcanza la vista por un terreno que podría engullir toda Murcia sin problemas. Imaginaos recorred la provincia de Murcia sobre la sal, con un sol de justicia todo el rato reflejado sobre el suelo y cegando los ojos, como si estuvieras andando sobre la nieve. La verdad es que no invita a visitarlo por ejemplo, a caballo. Más bien uno lo hace ahora, en 4x4, con un guía que conduce por las improvisadas carreteras de sal como si estuviera en el barrio y que cambia las ruedas a pares si hace falta, porque el coche necesita siempre alguna reparación.
El salar parece increible desde el satélite, pero es todavía más increible desde ahí abajo. Un amigo mío dijo una vez que el salar era como un inmenso plato de arroz con leche del tamaño de navarra. La imagen se me quedó grabada en la cabeza porque no me gusta el arroz con leche, pero una vez que llegué allí y me puse a andar sobre el arroz con leche la imagen me acabó gustando. Lo único es que el arroz con leche estaba muy salado.
El salar en otro tiempo fue un mar. Ahora se encuentra a 4000 metros de altitud. En las islas que lo pueblan sin embargo, las rocas de la orilla todavía tienen restos de corales pegados, fosilizados.
La "excursión" por el salar fueron tres días. Obviamente no os lo voy a poner todo en un post, pero de momento os dejo con las fotos de la primera parte: la sal. No sé si os habréis dado cuenta, pero en las fotos la planicie de sal llega hasta donde la vista alcanza y así es en realidad. Por un lado se ven los picos de las montañas, por el otro... por el otro no se ve nada, nada.
La siguiente parada chicos... la isla.
El salar en otro tiempo fue un mar. Ahora se encuentra a 4000 metros de altitud. En las islas que lo pueblan sin embargo, las rocas de la orilla todavía tienen restos de corales pegados, fosilizados.
La "excursión" por el salar fueron tres días. Obviamente no os lo voy a poner todo en un post, pero de momento os dejo con las fotos de la primera parte: la sal. No sé si os habréis dado cuenta, pero en las fotos la planicie de sal llega hasta donde la vista alcanza y así es en realidad. Por un lado se ven los picos de las montañas, por el otro... por el otro no se ve nada, nada.
La siguiente parada chicos... la isla.
De esta piscinita sale el agua salada que se extiende por la planicie y cada año va aumentando la costra de sal que es el salar.
El coche parece una reliquia... pero realmente lo era.
Una imagen vale más que mil palabras, bueno esta en realidad vale unas 348, de saldo os la dejo.
La sal se junta en formas geométricas siempre regulares, parece increible que por un momento la naturaleza deje de ser tan caprichosa y se ponga a trabajar de forma tan ordenada.
Aquí estamos buscando cristales de sal. En medio de la extensión interminable de la planicie se abren de pronto agujeros en los que se esconden bellos tesoros. Hay que meter la mano y escarbar entre los pedazos de sal. De pronto uno saca rocas enteras de formas cuadradas y colores imposibles dentro del infinito blanco del que han salido.
He aquí los agujeritos.

Este es otro capítulo que os mostraré más adelante... el cementerio de trenes.
martes, 3 de noviembre de 2009
domingo, 1 de noviembre de 2009
la paz... ¿realmente existe?
No sé si existe la Paz, pero desde luego no se encuentra en la ciudad de la Paz igual que Buenos Aires tiene el aire bien contaminado. Desde el norte uno llega a la Paz por el altiplano. Sobre una inmensa llanura se alza la cordillera real con sus picos nevados en línea recta que se extienden hacia el infinito marcando una de las fronteras del lago Titicaca. Cuando uno finalmente llega a la Paz tiene la sensación de haber llegado a un barrio en lugar de a una ciudad, y precisamente eso es lo que ha hecho. Uno, desde el norte, llega al Alto. Un inmenso barrio en la llanura sobre la Paz, que ha crecido de forma espectacular en los últimos años, alimentado por la emigración interna. Por el alto se despliega una cuadrícula de calles con esquinas rectas que contrasta con la improvisación que un poquito más abajo uno alcanza a ver cuando llega al final del barranco que es el Alto. Allí abajo, como si fuera un mirador uno puede contemplar toda la Paz. El hoyo en el que la ciuda va deslizándose como si fuera un skater que se dispone a lanzarse a la U y hacer una pirueta. Es ahí abajo donde la ciudad nació y donde la ciudad creció hasta convertirse finalmente en la capital de un país que como tal nunca existió hasta que finalmente los libertadores españoles se pusieron a luchar contra los opresores españoles y finalmente se lo entregaron como retiro de lujo al emperador que no pude ser pero que siempre quiso y al que hasta le pusieron su nombre. Todo empezó alrededor del convento de San Francisco que los curas españoles fundaron para evangelizar y cristianizar a todos esos salvajes que andaban por la puna sin saber nada de Cristo y su cruzada por convertir a todos a la fe verdadera. Y es precisamente alrededor de este convento que se encuentra lo que uno puede asociar a una ciudad española, una ciudad colonial. Más abajo fue creciendo y desarrollándose la ciudad hasta que las tornas cambiaron y la población vino directamente al Alto.
En la Paz todo son cuestas, todo son escaleras y pendientes que te hacen perder el resuello. En su parte más baja la ciudad está a 3400 metros sobre el nivel del mar, mientras que en la cima alcanza los 4000. La ciudad está siempre en movimiento, llena de autobuses y taxis que buscan su camino entre los vericuetos laberínticos de cuestas y giros a derecha e izquierda que parecen no llegar nunca a ninguna parte.
La población es en su mayoría indígena y apoya indiscutiblemente a Evo. A pesar de lo que había escuchado y de las advertencias que me habían dado, la ciudad, dentro de su locura, me pareció agradable, acogedora, tranquila aunque esté llena siempre de gente moviéndose de un lado para otro, lo que en la Paz significa de arriba a abajo.



La población es en su mayoría indígena y apoya indiscutiblemente a Evo. A pesar de lo que había escuchado y de las advertencias que me habían dado, la ciudad, dentro de su locura, me pareció agradable, acogedora, tranquila aunque esté llena siempre de gente moviéndose de un lado para otro, lo que en la Paz significa de arriba a abajo.



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