Un día en la playa.
En ese hostal que os digo, en el que me quedé en Cartagena había muy buen rollo, San Blas se llama. El que lo lleva es Belisario. Un día nos fuimos juntos con dos amigas suyas panameñas y con un chico argentino a la playa de bocagrande, en la lagunilla. Nos subimos en la picap de Belisario. Un monstruo estilo norteamericano que rugía como un león cada vez que aceleraba. Tres atrás con el perro y dos delante. Las fotos mías con diferentes fondos corresponden al viaje. En poco tiempo conseguí fondos de pantalla diferentes para mi cara. Era semana santa y la playa estaba a rebosar de una muchedumbre compuesta de cartageneros, turistas de Bogotá y Medellín, europeos y vendedores de las islas del rosario de los pueblos de alrededor que traían desde lámparas de coco a helados y cervezas, pasando por masajes, gafas, relojes... toda una infinidad de cosas que te era ofrecida una y otra vez hasta que se convertía en un sonido de fondo que dejaba de afectar tu cerebro consciente. Nos tomamos unas cervezas y dejamos que el calor y las tumbonas hicieran su efecto mientras intentabamos que el perro se metiera en el agua sin que Belisario, que tenía un tatuaje recién hecho, tuviera que meterse también... no lo conseguimos y el perro, obviamente, hizo lo que quiso. Las chicas optaron por el masaje y nosotros por la cerveza... ¿eso ya lo he dicho no? Bueno fueron unas cuantas. Cuando por fin estuvimos lo suficientemente bañados, por dentro y por fuera, hicimos la misma operación de vuelta. La unica diferencia fue que para quitarme la arena de los pies no se me ocurrió otra cosa que patear la hierba junto al coche. Inmediatamente salió un destacamento de hormigas rojas, pequeñas y asesinas que se aferraron a mis pies con una furia incontenible, totalmente desmedida para bichos de un tamaño tan pequeño. Tuve que ir quitándolas de una en una y luchar con ellas todo el camino de vuelta. En fin... pequeñas anécdotas para un día cotidiano en la playa. Sigo subiendo fotos.
En ese hostal que os digo, en el que me quedé en Cartagena había muy buen rollo, San Blas se llama. El que lo lleva es Belisario. Un día nos fuimos juntos con dos amigas suyas panameñas y con un chico argentino a la playa de bocagrande, en la lagunilla. Nos subimos en la picap de Belisario. Un monstruo estilo norteamericano que rugía como un león cada vez que aceleraba. Tres atrás con el perro y dos delante. Las fotos mías con diferentes fondos corresponden al viaje. En poco tiempo conseguí fondos de pantalla diferentes para mi cara. Era semana santa y la playa estaba a rebosar de una muchedumbre compuesta de cartageneros, turistas de Bogotá y Medellín, europeos y vendedores de las islas del rosario de los pueblos de alrededor que traían desde lámparas de coco a helados y cervezas, pasando por masajes, gafas, relojes... toda una infinidad de cosas que te era ofrecida una y otra vez hasta que se convertía en un sonido de fondo que dejaba de afectar tu cerebro consciente. Nos tomamos unas cervezas y dejamos que el calor y las tumbonas hicieran su efecto mientras intentabamos que el perro se metiera en el agua sin que Belisario, que tenía un tatuaje recién hecho, tuviera que meterse también... no lo conseguimos y el perro, obviamente, hizo lo que quiso. Las chicas optaron por el masaje y nosotros por la cerveza... ¿eso ya lo he dicho no? Bueno fueron unas cuantas. Cuando por fin estuvimos lo suficientemente bañados, por dentro y por fuera, hicimos la misma operación de vuelta. La unica diferencia fue que para quitarme la arena de los pies no se me ocurrió otra cosa que patear la hierba junto al coche. Inmediatamente salió un destacamento de hormigas rojas, pequeñas y asesinas que se aferraron a mis pies con una furia incontenible, totalmente desmedida para bichos de un tamaño tan pequeño. Tuve que ir quitándolas de una en una y luchar con ellas todo el camino de vuelta. En fin... pequeñas anécdotas para un día cotidiano en la playa. Sigo subiendo fotos.
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