Después de Cartagena me fui para Santa Marta. Abandoné la tranquilidad del hostal y el ritmo calmado de Cartagena para ir al mar, a algún sitio donde uno se pudiera bañar. En principio Santa Marta y después el parque Tairona, que obviamente merece un post aparte, para que veais lo que es el Caribe.
Santa Marta se encuentra bajo la sierra nevada que lleva su mismo nombre. Es un imponente macizo que alcanza los 5000 metros y que tiene nieves perpétuas que da de beber a toda la falda de las montañas convirtiendo el desierto que rodea las estribaciones de la sierra en un vergel, una selva impenetrable donde los paramilitares, la guerrilla y el ejército siguen ibrando hoy en día una dura lucha. Pero entre Cartagena y Santa Marta el paisaje tiene otros tonos; mar, desierto y sabana, sin contar con la desembocadura del Magdalena que llena de verdor las orillas de Barranquilla y los pantanos que dan su nombre a Ciénaga. Toda esta zona es zona bananera, de aquella época que dio origen a la expresión República bananera, cuando la United Fruit Company hacía y deshacía el destino de países enteros mediante la producción y comercialización de la fruta, creaba países como Panamá y hacía matar a los que protestaban por las condiciones del trabajo como sucedió en Ciénaga.
Santa Marta se encuentra rodeada de desierto, los cactus dominan los cerros que rodean la ciudad y no permiten sospechar lo que se encuentra tras ellos, a medida que suben y ascienden para llegar a las nubes en el breve espacio de unos kilómetros. De la sierra de Santa Marta provienen poblaciones indígenas como los Kogui o los Arhuacos, que pasean con sus trajes de lino blanco y sus sombreros de fieltro por las calles de la ciudad. Aquí, igual que en Cartagena, los techos son de uralita, no hace falta más, no hace frío, y sólo hace falta protegerse de la lluvia. Como recurso aquí queda la pesca y la construcción que es a lo que se dedica la gente cuando tiene trabajo, sin contar con el turismo claro.
Santa Marta se encuentra bajo la sierra nevada que lleva su mismo nombre. Es un imponente macizo que alcanza los 5000 metros y que tiene nieves perpétuas que da de beber a toda la falda de las montañas convirtiendo el desierto que rodea las estribaciones de la sierra en un vergel, una selva impenetrable donde los paramilitares, la guerrilla y el ejército siguen ibrando hoy en día una dura lucha. Pero entre Cartagena y Santa Marta el paisaje tiene otros tonos; mar, desierto y sabana, sin contar con la desembocadura del Magdalena que llena de verdor las orillas de Barranquilla y los pantanos que dan su nombre a Ciénaga. Toda esta zona es zona bananera, de aquella época que dio origen a la expresión República bananera, cuando la United Fruit Company hacía y deshacía el destino de países enteros mediante la producción y comercialización de la fruta, creaba países como Panamá y hacía matar a los que protestaban por las condiciones del trabajo como sucedió en Ciénaga.
Santa Marta se encuentra rodeada de desierto, los cactus dominan los cerros que rodean la ciudad y no permiten sospechar lo que se encuentra tras ellos, a medida que suben y ascienden para llegar a las nubes en el breve espacio de unos kilómetros. De la sierra de Santa Marta provienen poblaciones indígenas como los Kogui o los Arhuacos, que pasean con sus trajes de lino blanco y sus sombreros de fieltro por las calles de la ciudad. Aquí, igual que en Cartagena, los techos son de uralita, no hace falta más, no hace frío, y sólo hace falta protegerse de la lluvia. Como recurso aquí queda la pesca y la construcción que es a lo que se dedica la gente cuando tiene trabajo, sin contar con el turismo claro.
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