jueves, 28 de mayo de 2009

santa marta y el tayrona

Bueno, finalmente y después de ese viaje llegué a Santa Marta. Tuve que renovar mi visado en la oficina de inmigración un trámite sencillo pero que aun así me llevó toda la mañana entre idas y venidas por una foto, una fotocopia y eso teniendo en cuenta que llevaba ya conmigo las fotos, los papeles y el dinero que diligentemente ingresé en Cartagena. Con eso y todo tuve que esperar y rogar que me lo hicieran para poder seguir en Colombia. Ahí me di cuenta de que llevaba ya dos meses viajando, dos meses en Colombia. Una vez que lo tuve solucionado cogí parte de mis cosas y me dirigí al Tayrona. El viaje en chiva, un autobús incómodo que va muy lento y que suena mucho (sin que se ofenda mi compañera de viaje). Duró una hora larga y mientras subiamos por la carretera el desierto se iba convirtiendo en selva. Yo llevaba una servilleta en la nariz porque el aire acondicionado del autobús había conseguido doblegarme y no dejaba de salir un líquido lento pero constante de ella. Cuando llegamos, después de los controles de turno del ejército, me vi en la entrada del parque con mi mochila y comencé el viaje a pie hasta el mar. Este es sin duda otro de esos sitios para dar envidia. Después de una hora de camino a pie por senderos de barro rodeado de un verde amable, despejado y soleado, apareció el mar frente a mi. El paisaje habla por si mismo así que no voy a extenderme en descripciones, os dejo con las fotos para que os den la envidia necesaria para que sigais leyendo el blog.




















































































































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