La capital Chimú, Chan Chan. La ciudad de barro más grande del mundo. En medio del desierto junto al mar su fuente de vida y su dios principal. Los moches y los chimús vivieron en esta parte del mundo antes de que los incas y posteriormete los españoles los conquistaran. Los moches dejaron sus huellas por todo el territorio y los chimús las heredaron siglos después convirtiéndolas y adaptándolas a los nuevos tiempos.
La ciudad española Trujillo fue construída lejos, a unos cinco o seis kilómetros de manera que las dos ciudades convivieron un buen tiempo. Una amurallada con adobe, la otra con muros de piedra y ladrillo. Una en el interior por miedo a las invasiones y la otra junto al mar que traía la comida. Ahora la carretera que va a Huanchaco atraviesa los restos de la ciudad, parte de ellos, la mayor parte está siendo reconstruida, con muy buen gusto la verdad, Es un trabajo lento y trabajoso, todo es de adobe, las calles, los muros.
Paseé solo por entre las callejuelas rodeadas de muros hasta llegar al estanque en el que ahora, como antes, habitan los patos y las garzas entre los carrizos, al fondo, detrás del muro se escuchaba el mar, pero era imposible verlo.
El camino para llegar a las ruinas es largo y polvoriento, menos mal que paró un coche por el camino sino no hubiera llegado antes de que cerraran.
Dentro de la fortaleza, los muros principales están todos decorados con relieves sobre el barro.
El famoso lago de los patos en lugar de los cisnes. El sitio era la calma personificada.
Investigando por la salida descubrí la marca de ladrillos que utilizaban en el antiguo Perú.
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