miércoles, 19 de agosto de 2009

más máncora (30 de junio)

Bueno y los días fueron pasando. La playa ahí lo abarcó todo. Me levantaba por la mañana y me iba a la playa, pasaba el día ahí o leía en el hostal. Había decidido aprovechar el sol definitivamente y me dediqué a eso prácticamente todo el tiempo que estuve. Por las noches la gente se juntaba alrededor de hogueras y se socializaba mientras bebía y escuchaba música. El pueblo estaba lleno de artesanos, músicos, surferos

Aquí comiendo en el lugar habitual, donde el menú venía a ser prácticamente siempre igual, pero ni tan malo ni tan caro como para no volver.





En Máncora eran fiestas y junto a la playa se entregaron los premios infantiles de deportes. Toda la chiquillería se agolpó alrededor del hombre que iba a entregar los premios. Los hombres bebían cerveza y la música sonaba. Las reinas de las fiestas lucían sus bandas y sus coronas entre los pobres mortales que las miraban caminar de un lado a otro, indiferentes. Comenzó la entrega de premios y el grupo de niños se arrimó junto a la mesa. Después dieron refrescos y se formó una cola anárquica en la que todos peleaban por conseguir su inca cola. La pelea fue tan feroz que al final la mujer que las repartía se hartó y cerró el chiringuito.











Más tarde volviero a pasear la imagen de san Pedro, que durante toda la semana había viajado de un lado a otro del pueblo, había montado en barco, como patrón de los pescadores, y había sido seguida en procesión por medio pueblo.




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