jueves, 24 de septiembre de 2009

Ayacucho (1 de septiembre)

Lo primero que me sorprendió de Ayacucho es que se llama Huamanga, algo así como es Estambul no Constantinopla. Me sorprendió pero me adapté rápido, Huamanga y no Constantinopla... digo Ayacucho. Lo segundo es que era una ciudad mucho más bonita de lo que esperaba. Sus calles y sus casas eran todas de piedra y sus paredes encaladas. Una ciudad tranquila y hermosa que ofrecía rincones a cada paso para observar y deleitarse.
Dicen, y parece verdad por lo que pudimos comprobar, que es la ciudad grande donde más se habal quechua de todo el Perú. La verdad es que se oía mucho por la calle, en los locales, en todos sitios.
Estuvimos varios días en la ciudad, visitando los alrededores y paseando por sus calles, disfrutando de unos maravillosos días de sol que nos recibieron allí.


Esta es una imagen que he visto por todos sitios donde he ido. En medio de la calle se sientan personas con su máquina de escribir y escriben para aquellos que lo necesitan.



Por todos sitios íbamos encontrando fiestas, no sé si se pusieron de acuerdo o era la pura casualidad, pero esta la verdad es que era una muy divertida. Se hacía por barrios y, los participantes, iban por barrios con la orquesta, bailando un baile que parecía un paseo, formando serpientes humanas de danzantes, bebiendo y disfrutando de la fiesta que sacaban a toda la ciudad, mientras los demás vecinos les miraban pasar en sus largas comitiivas. Luego quedaban en su barrio y se tiraban agua.



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