Bueno, ya sé que muchos de vosotros pensáis que lo mío es Jauja, pues ahora sí que podéis decirlo de verdad. "Esto es Jauja". Después de la selva, cogimos un autobús a Jauja. La primera capital del Perú. Pizarro la fundó pensando que ahí en la sierra podría controlar mejor el país. Pronto vino el peligro de la misma España, de Nueva España para ser más exacto, y para defender lo que tanto sudor y sangre le había costado, salió corriendo a la costa y fundó la nueva capital cerca del puerto, del Callao, que ya existía ahí donde está ahora mismo. Jauja quedó abandonada, recordada solamente por el halo de riqueza sin límites del Perú igual que Potosí, “esto es Jauja”, decían para expresar ese paraíso, ese dorado que buscaban febrilmente y que parecían haber encontrado, aunque nunca hubiera suficiente oro para sus corazones enfermos. En Jauja ataban a los perros con longanizas y empedraban las calles con adoquines de oro.... bueno eso decían. Jauja ahora es una ciudad pequeñita, tranquila. Su plaza de armas es un remanso de paz. El pueblo entero parece detenido en un tiempo indefinido de hace unos cuarentena, cincuenta años. Ni un turista, ni nada que se le parezca. Una calle que sale de la plaza de armas tiene todos los restaurantes y pollerías del pueblo y la gente pasea por ella arriba y abajo. De camino allí sin embargo me sorprendieron otras cosas. El paisaje me recordaba enormemente al de Castilla, los colores de la tierra y el campo, las casas de adobe, los espacios amplios donde el cielo se fundía con mares de amarillo y ocre. Y si no os lo creéis ahí tenéis las fotos para demostrarlo.
Saliendo de la Merced, el paisaje era todavía selvático
Pero al llegar a lo alto de la sierra el paisaje tomaba este tono, y este aspecto.
La Plaza de armas de Jauja
En un café encontramos estos disfraces de carnaval. El carnaval jaujino es famoso en todo Perú, como el carnaval cajamarquino. Estas son las caretas que se ponen los danzantes.
La laguna de Cori Paca, oro escondido, una pequeña laguna en la que han construido unas islas de totora que flotan ganándole terreno al agua.
Un par de imágenes de la ciudad. La calle ajetreada en su momento de mayor tráfico, una chichería con el baño en la misma habitación, el teatro del pueblo convertido en cine y alguna imagen robada en la calle.
De todas las fiestas que nos ha tocado ver, esta quizá fue una de las más auténticas que hemos visto. Se llama cortamonte y los grupos de danzantes bailan y van cortando el árbol que, previamente, han plantado en medio de la plaza. El que lo tira paga la bebida y la comida en la próxima fiesta.
La famosa estación de tren de Jauja.
La plaza de Jauja
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