De Máncora, continuando con el periplo playa, partí hacia Ecuador. Crucé Guayaquil y me fui hasta Montañita, que es prácticamente lo mismo que Máncora pero en Ecuador. Allí, me habitué al ritmo del pueblo, unas pocas calles y el mar detrás de las casas, muchos bares y fiestas y hogueras en la playa casi continuas. Como podéis ver un auténtico infierno en el que tuve que sufrir duro para poder tener algo de paz y tranquilidad. Al igual que Máncora, Montañita tiene como gran atractivo el surf y la mitad de los comercios se dedican a eso. Yo no... un poquito en Máncora pero no mucho la verdad. Una pena pero así es.
Después de Montañita quedé con Luken de nuevo en Guayaquil, Guayaquil city, la del barrio de cal de la canción de Manu Chau. Una ciudad cálida, que vive a un ritmo tropical, sudando cada movimiento y volcada en la calle. El faro domina una ciudad protegida en una bahia taponada por la isla de Puná que durante siglos fue el objetivo de piratas ingleses. Un punto del Pacífico estratégico que dominaba la navegación por esa zona. La ciudad es el motor económico del país y ha modernizado su cara en los últimos años construyendo un malecón que bordea una de las márgenes de la ría.
Como decía la gente vive en la calle, todo el mundo pasea y sale a las aceras pero en lugar de un ritmo frenético la ciudad mantiene su pausa necesaria para no perder todos los líquidos en un sudor casi permanente que en lugar de agobiar a mi me resultaba agradable.
Paseando por ahí me encontré un par de imágenes divertidas que os adjunto.
pero cuantas bocas de alcantarilla se pueden tener en una calle?!!
No sabía que los de ETA se dedicaran ahora a la moda, pero en Guayaquil parece que sí.
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