Malas nuevas. Interrumpo el orden cronológico de la narración para que sepais que la chiva ha desaparecido. Un viaje nocturno en moto por las carreteras de los Andes entre Celendín y José Galves fue la causa. Se fue sin saber cómo y me ha dejado muy solo. La voy a echar de menos.
martes, 28 de julio de 2009
miércoles, 22 de julio de 2009
Chavín de huantar
Bueno pues regreso a la faceta arqueológica, porque una de las cosas más impresionantes que hay por esa zona, en el callejón de Conchucos exactamente, son las ruinas de Chavín de Huantar. Chavín de Huantar fue otro centro religioso panandino. De igual manera que Pachacamac era el centro espiritual de la costa central Chavín de Huantar lo era de la sierra. Durante mucho tiempo y antes de que se descubriera Caral, Chavín ha sido tenido por los restos arqueológicos más antiguos de América del Sur. Se tuvo a su vez por el origen de la civilización original de los Andes. El peso ha gravitado ahora hacia Caral, pero Chavín sigue siendo uno de los puntos clave en la comprensión del origen de las diferentes culturas de poblaron el territorio antes de los incas.
De camino a Chavín subiendo la cordillera de camino a Querococha que está nada más y nada menos que a 4000 metros sobre el nivel del mar.
En las laderas de la montaña, de camino a Chavín, se pueden ver agujeros negros de los que la gente del lugar saca carbón de forma casi artesanal. La siguiente foto son los pueblos mineros que crecen en las orillas de la carretera. A la vuelta nos cruzamos con un grupo de mineros que celebraban después de haber salido de la mina con los rostros negros de carbón. Nos saludaron al pasar con la sonrisa todavía más blanca.
Siguiendo un poco más por la carretera a Chavín, por el callejón de Conchucos uno se encuentra con cosas como esta.
Y finalmente el templo de Chavín de Huántar. Lo que veis en la primera foto es la plaza hundida frente al templo. Un espacio cuadrado perfecto que servía de patio de butacas para la representación que tenía lugar más arriba en la pirámide del fondo, donde el estamento religioso, previa buena dosis de san Pedro realizaba las ceremonias rodeado del sonido de las conchas marinas y del agua que bajaba desde la loma a la espalda y llevada por canales subterráneos imitaba el sonido del jaguar.
La escalera como veis tenía dos partes. Todo en el templo tiene dos caras, dos mitades. Negra y blanca, hombre mujer, dualidades a través de las que entendían el mundo.
La marca de la piedra es el punto que divide toda la plaza en dos y coincide con la línea de la escalera.
Este es uno de los respiraderos por los que salía el sonido del agua.
El perro nos siguió todo el camino y se metía allí donde nosotros no podíamos.
Lo que hay junto al guardia de seguridad es un San Pedro. El campo allí está lleno de esta planta.
martes, 21 de julio de 2009
Imágenes de Huaraz
Paseando por el pueblo me encontré con algunas imágenes como estas
Esta es una imagen que se repite con cierta frecuencia en todos los sitios de sudamérica donde he estado. En medio de la calle unos hombres colocan sus máquinas de escribir y esperan a que llegue gente que necesite algún texto, bien para un organismo oficial, bien para uno mismo. Se lo dan o se lo dictan y salen con su texto mecanografiado. No he podido saber el nombre de la profesión pero me ha encantado el oficio.
En Huaraz recién están construyendo la iglesia.
Una imagen que también he visto en muchos sitios por sudamérica. Niños del colegio ensayando o tocando marchas por las calles.
Me están dejando fascinados los maniquís en este viaje, no le he hecho ni la mitad de las fotos que debería, pero igual algunas van saliendo. Yo no puedo dejar de mirarlos cuando los veo en las tiendas. Hay miles de modelos y cada uno de ellos es más sorprendente que el anterior. En fin, manías personales de uno.
Huaylas segunda parte
Al día siguiente y con las prisas tomamos un tour a la laguna de Llanganuco. Toda la cordillera blanca está llena de estas lagunas de montaña que se crean de las aguas del deshielo y que reflejan los picos que las enmarcan. Bueno, como dije, por prisas y falta de preparación, fuimos con un tour. Un autobús lleno de turistas con un guía que entre chistes y anécdotas iba haciendo pasar el tiempo. Obligadas paradas en sitios turísticos para comprar artesanía y dulces de fabricación local... en fin todo el despliegue de la oferta del turismo. Había dos paradas interesantes. Una era el pueblo de Yungay. Un pueblo en el que en el 1971 se había producido una terrible catástrofe. Una de las caras del Huascarán, el pico más alto de todo el Perú, se desprendió debido a un terremoto. En unos minutos escasos todo el pueblo quedó sepultado por un alud de nieve, barro y piedras. Murieron unas 30.000 personas y tan sólo hubo unos pocos supervivientes, unos niños que habían subido un cerro cercano. El nuevo Yungay se fundó cerca, pero no en el mismo lugar. El antiguo emplazamiento es ahora un inmenso cementerio, en el que no sólo están los habitantes pillados por sorpresa por el alud, sino sus casas, sus coches, sus pertenencias, en resumen, todo el pueblo descansa bajo toneladas de tierra. El antiguo cementerio que quedó casi sepultado, fue reconstruído y coronado con un cristo inmenso que se ve desde todo el valle. El antiguo pueblo ha quedado convertido en un circuito turístico por donde pasean los turistas mientras les cuentan la terrible historia del lugar.
De camino a Yungay
El cristo sobre el cementerio del pueblo
Y el cementerio en sí mismo. Eso que veis en lo alto del cerro son campos de labranza. Basta verlo así para darse cuenta de lo que significa subir ahí a cultivar la tierra, pero si lo ves en directo realmente te parece increible. No te quieres creer que la gente suba por esos caminos para sembrar, arar y recoger la cosecha. Más adelante os mostraré algunas otras fotos para que os quedeis flipados.
Esto ya es en el cementerio natural que se creó cuando el pueblo quedó sepultado por la avalancha.
Un monumento levantado al autobús del pueblo, que en el momento del desastre estaba en la plaza esperando el momento de salir. Se salvó de quedar enterrado por una piedra enorme que se paró detrás suyo y ahí se quedó como muestra de la tragedia.
Lo que se ve al fondo son las torres de una especie de reproducción de la iglesia del pueblo.
Y luego la laguna. Allí encima de las montañas y sin embargo con más montañas por encima. Llenas de nieve que son las que dan de comer a la misma laguna. Como no, ir en tour siempre tiene sus desventajas. Llegamos y nos dieron apenas una hora para verla. Más arriba hay otra laguna a la que queríamos ir, pero no nos daba tiempo. Nos tuvimos que plegar a la dictadura del tour y pasear por entre los bosques que había en la laguna. Después tomar un mate de coca de manos de una chola que apenas sabía o entendía dos palabras de español, las justas para cobrar y entender el que servir, nos subimos de nuevo al autobús perseguidos por los mosquitos que parece increible puedan vivir en estas alturas.
y luego la vuelta con unos paisajes increibles con el sol de la tarde.
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lunes, 20 de julio de 2009
Huaraz
Pues una vez llegado a Huaraz descubrí la belleza del sol de nuevo, después de casi un mes bajo la nube panza de burro de Lima, y me quedé maravillado. Por las mañanas el sol entraba por la ventana y te despertaba y la vista se alargaba hasta el infinito que estaba más o menos donde las montañas más cercanas. Pero a pesar de estar lejos parecían estar ahí al lado al alcance de la mano. En Huaraz todo gira alrededor de las montañas y las montañas giran alrededor de Huaraz. A un lado la cordillera negra, más baja y de color oscuro. Al otro los impresionantes picos de la cordillera blanca, nevados y de color más claro, de ahí su nombre. Miles de turistas vienen aquí para hacer trecking, alpinismo y deportes de riesgo. La ciudad es una parrilla de calles que se tuestan al sol, llenas de cholos y cholas, agencias de tours, turistas locales e internacionales. Hay un ambiente agradable, un ritmo tranquilo y lento que se traduce en las caras de la gente y en los gestos. Por el camino conocí a una chica estadounidense, Cámeron, de Mississipi. Como coincidíamos en el viaje caímos en Huaraz al tiempo. Al día siguiente decidimos ir a dar una vuelta por las montañas. La elección fue unas ruinas en Wilcahuain, cerca de la ciudad. Un paseo que nos llevó unas 5 horas pero que nos ofreció unas imágenes y unos paisajes increibles. Os dejo las fotos para que hablen ellas mismas.
El templo de Wilcahuain
por dentro
y por fuera
los alrededores
La joeputa chiva sigue conociendo a más gente que yo y haciendo amigos allí por donde va.
un niñito que me pedía que le pelara la caña de azucar. Juro que lo intenté, pero nada, no hubo manera.
El camino de regreso
y así acababa un largo día bajo el sol de las montañas.
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