miércoles, 8 de julio de 2009

el breña

El Breña pertenece a otro tipo de asociaciones culturales. Su espacio es pequeño, se juntan todos los fines de semana para hacer sonar la música... criolla. Hay en el ambiente algo de santuario, de templo, pero de templo vivido, de templo usado, con sabor a viejo. De las paredes cuelga la historia del lugar, sus recuerdos, como si fuera una persona, un ente independiente. Cuando llegamos las luces estaban encendidas, había muchas mesas libres y nos sentamos después de hacer la ronda de saludos que era prácticamente toda la gente que había en el local. Al poco comenzó a sonar la música, unos músicos sobre el escenario comenzaron a interpretar viejos valses mientras por el estrado iban pasando diferentes cantantes desgranando su saber hacer, sus diferentes estilos. La tradición de estos centros de la música es larga en Lima, una tradición de música en directo que entronca directamente con las tabernas, con esa imagen que uno tiene de la música en el puerto, en el café de chinitas, en los barrios... La gente va al local, se sienta, poco a poco el ambiente va ganando, las luces se bajan y suben los decibelios, la gente igualmente va a escuchar, si alguien habla muy alto le callan y le piden respeto, respeto por la música. Todo va pasando hasta que finalmente, ya entrada la noche acaba y encienden las luces. Pero eso no es más que el comienzo. De todos los locales de Lima han llegado los músicos una vez que han salido de sus actuaciones, vienen con la guitarra en mano y dispuestos a seguir tocando. Hay un breve impas de silencio en el que por fin se escuchan las voces de la gente hasta que de pronto alguien se arranca y comienza a cantar o tocar. Es el pistoletazo de salida. A partir de ese momento uno tras otro se irán turnando en la guitarra o el canto, el cajón o las castañuelas hasta que finalmente el amanecer descubra a los supervivientes borrachos y contentos, cansados pero con un enorme lleno en el corazón.









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