Pues una vez llegado a Huaraz descubrí la belleza del sol de nuevo, después de casi un mes bajo la nube panza de burro de Lima, y me quedé maravillado. Por las mañanas el sol entraba por la ventana y te despertaba y la vista se alargaba hasta el infinito que estaba más o menos donde las montañas más cercanas. Pero a pesar de estar lejos parecían estar ahí al lado al alcance de la mano. En Huaraz todo gira alrededor de las montañas y las montañas giran alrededor de Huaraz. A un lado la cordillera negra, más baja y de color oscuro. Al otro los impresionantes picos de la cordillera blanca, nevados y de color más claro, de ahí su nombre. Miles de turistas vienen aquí para hacer trecking, alpinismo y deportes de riesgo. La ciudad es una parrilla de calles que se tuestan al sol, llenas de cholos y cholas, agencias de tours, turistas locales e internacionales. Hay un ambiente agradable, un ritmo tranquilo y lento que se traduce en las caras de la gente y en los gestos. Por el camino conocí a una chica estadounidense, Cámeron, de Mississipi. Como coincidíamos en el viaje caímos en Huaraz al tiempo. Al día siguiente decidimos ir a dar una vuelta por las montañas. La elección fue unas ruinas en Wilcahuain, cerca de la ciudad. Un paseo que nos llevó unas 5 horas pero que nos ofreció unas imágenes y unos paisajes increibles. Os dejo las fotos para que hablen ellas mismas.
El templo de Wilcahuain
por dentro
y por fuera
los alrededores
La joeputa chiva sigue conociendo a más gente que yo y haciendo amigos allí por donde va.
un niñito que me pedía que le pelara la caña de azucar. Juro que lo intenté, pero nada, no hubo manera.
El camino de regreso
y así acababa un largo día bajo el sol de las montañas.
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